EL CHICO INALCANZABLE
Mi nombre es Zeila. Soy una chica ordinaria y mulata de trece años de cabello corto y negro, ojos color café y complexión delgada, tal vez demasiado. Este año he empezado la Educación Secundaria Obligatoria en un instituto que queda a diez minutos de mi casa, el cual es también al que asiste el chico que me gusta. Él se llama Damian y es mi vecino. Tiene el cabello corto y rubio pálido, ojos claros y complexión esbelta. Es bueno en los deportes, siempre está rodeado de amigos y suele hablar con muchas chicas, la mayoría muy guapas y de largo cabello, por lo que supuse que eran así como le gustan. Completamente opuestas a mí. Nuestra relación es prácticamente nula. Nuestros padres no son amigos… lo poco que sé de él, como su nombre, lo averigüé mirando el buzón de su casa en el portal, y observándolo desde lejos en el recreo… y las únicas interacciones que tenemos son un simple «hola» que nos decimos cuando nos encontramos y cuando caballerosamente sujeta la puerta del portal para que yo pueda pasar. Él sale mucho, cosa que yo no porque no soy muy sociable por lo que, si no fuera porque tengo un perro al que saco tres veces al día, casi nunca nos saludaríamos. He tratado muchas veces de dejarme crecer el cabello y conversar con él, pero realmente odio el pelo largo porque me resulta muy incómodo y ¿qué posibilidades tendría una chica fea y aburrida como yo de conseguir que él, uno de los chicos más guapos y populares del instituto, se fijase precisamente en mí? Cada vez que lo pensaba, simplemente me desalentaba y me ponía a ver un episodio de «Naruto». Un día, justo cuando salía de la puerta de mi casa —el tercer piso de un bloque de apartamentos de cuatro— con mi perro, me lo encontré de nuevo subiendo las escaleras en dirección a su casa —se encontraba en el último—. Como siempre, traté de esbozar la sonrisa más dulce que pude a la vez que lo saludaba y él me respondió de igual manera. Intenté decir algo más. Quizás preguntarle cómo estaba. Pero no me atreví. Solo me dispuse a bajar los escalones a la vez que mi palpitante corazón se me encogía. Y entonces escuché el inicio de la canción de uno de los openings de Naruto. —¿Esa es… la canción Blue Bird, el tercer opening de «Naruto Shippuden»? Él me miró desconcertado, como si no hubiese esperado que yo conociese eso. —Exacto, lo tengo puesto como tono de llamada. —Me gusta mucho ese anime… ¿Cuál es… tu personaje favorito? —Disculpa. Sí. Ya que era su tono de llamada, significaba que estaban llamándolo, por lo que debía sacar su móvil del bolsillo y contestar. Al hacerlo, comenzó a hablar con un tono amable y suave, probablemente porque estaba hablando con alguna chica especial, por lo que decidí reanudar mi camino hacia la calle para sacar a mi perro cuando noté cómo apoyaba una mano sobre mi hombro. —Perdona, era mi madre, le he dicho que ahora estoy ocupado —me dijo a la vez que me daba la vuelta, momento en el que pude contemplar su gentil sonrisa dedicada solo a mí—. ¿Qué me habías preguntado? Yo sonreí, me eché mi corto cabello hacia atrás y volví a repetírsela.